El domingo 8 de noviembre es el Día de la Iglesia diocesana. Un día para recordar que no vivimos la fe en solitario. Somos hijos de Dios por el agua que recibimos en la pila bautismal de una parroquia y cuando decimos el Credo, lo rezamos a una sola voz, todos juntos: una fe personal que proclamamos en comunidad. Eso es el Día de la Iglesia Diocesana.
Un día para recordar que Juntos logramos una parroquia viva, comprometida, apasionada por Jesucristo y entregada a los demás.
Por eso, el lema de esta jornada es: “Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo”.
Tu parroquia
Nacemos a la fe en una parroquia y en ella descubrimos que somos una familia dentro de una gran familia: un familia humana que se hace una sola familia en la fe. Somos hijos de Dios, hijos de un mismo padre, todos hermanos.
Lo que tú nos ayudas a ser
En la parroquia encontramos nuestro hogar de fe. Por eso durante todo el año, aunque lo recordamos especialmente en este día, se nos pide que nos sintamos parte de ese hogar al que pertenecemos.
Se nos llama a participar de la forma en que podamos, cada uno según sus posibilidades y sus circunstancias:
- Con tu tiempo,
- con tus cualidades,
- con tu oración,
- con un donativo.
Colabora con tu TIEMPO
Podemos entregar nuestro tiempo para ayudar a los demás, para ser servidores de otros de una manera sencilla.
Entregar tiempo es dar parte de lo que somos.
En tu parroquia, dedica algo de tu tiempos a los demás. El tiempo que puedas: media hora, una, tres horas… Lo que se ajuste a tu situación de vida.
Te dejamos algunas sugerencias….
- Catequesis.
- Cáritas en tu parroquia.
- En algún grupo que colabore con las Misiones.
- En la visita a enfermos y ancianos.
- Puede haber personas que reflexionen sobre la vida o la situación social y quieren comprometerse con ella.
- Ayudando a mantener el templo abierto, a cuidarlo.
- En el canto y en la celebración.
Colabora con tus CUALIDADES
Pero también podemos compartir nuestras cualidades.
Quizá esa capacidad especial para sonreír, para ser amable, para acoger y servir a los demás.
Podemos también tener talento para dar catequesis, para preparar y organizar cosas…
Tenemos mucho parar dar a los demás. Cada uno puede aportar un poco de lo que sabe: una sonrisa cercana, una mano que apoya un hombro desconsolado, remangarte cuando sea necesario, acompañar en silencio al que sufre.
Quizá sabes de electricidad o de construcción, alguna cosa siempre se podrá hacer. Ofrece como servicio a los demás no solo lo que tienes, también lo que sabes, lo que eres.
En toda familia hay necesidades, y la parroquia, que es una gran familia de familias, siempre necesitará de tu ayuda.
Colabora con tu ORACIÓN
Por supuesto, hay que rezar por nuestra parroquia, pedir por los demás, por los niños y jóvenes que están creciendo en la fe; por los que no tienen trabajo o pasan dificultades de cualquier tipo. Por los que sufren, quizá por la muerte de un ser querido o por cualquier otra razón.
Pedir a Dios también por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Rezar es ser sensibles a los otros y ponerlos en las manos de Dios.
Además de hacer… también puedes rezar. Tu oración es necesaria y será el alma de toda la actividad que se realice. Con ella, los frutos serán mayores y más permanentes.
Algunas intenciones por las que puedes rezar:
- Por la Iglesia diocesana.
- Por los niños de catequesis y por sus catequistas.
- Por los que se van a confirmar.
- Por los sacerdotes y sus intenciones.
- Por los empobrecidos y necesitados.
- Por los que no tienen esperanza ni consuelo.
- Por los enfermos y mayores.
- Por los que han fallecido.
Colabora con un DONATIVO
También, por supuesto, se nos llama a colaborar económicamente con las necesidades de nuestra parroquia y nuestra Iglesia. Desde los gastos más cotidianos hasta las obras de mantenimiento más complejas.
Hasta por internet se puede hacer un donativo a cualquier parroquia de España en donoamiiglesia.es.
Es para nuestra casa, nuestro hogar, nuestra familia.
En el Día de la Iglesia Diocesana, pero también durante todo el año, colabora con tu parroquia.
Con una aportación periódica ayudas más, porque permite elaborar presupuestos y mejorar la utilización de los recursos y planificar acciones a medio y largo plazo.

Deja tu legado. La labor de tu parroquia permanecerá y seguirá formando en la fe a niños y mayores, ayudando a los necesitados, realizando actividades con grupos y movimientos. Incluye a tu parroquia en tu testamento.
Ventajas fiscales. “El que da, recibe”. Tus donaciones a la Iglesia son deducibles hasta en un 75% al realizar la declaración de la renta, tanto para las personas físicas como jurídicas.
Tu Diócesis
Y en el conjunto de parroquias, la diócesis, con un obispo, con un sucesor de los apóstoles.
Jesús eligió a Doce para que, desde el principio, recibieran el mensaje del Evangelio y para que, como él, mostrarán que el amor de Dios, que su misericordia se hace carne, se entrega. Desde aquellos Doce, la Iglesia ha seguido encomendando la tarea de estar unidos en Jesucristo a hombres que ha ordenado como obispos. Son sucesores de los apóstoles. Por eso, en cada diócesis hay un obispo que está unido al Papa, sucesor de san Pedro.
Es la historia de una unidad que se mantiene por los siglos de los siglos, generación tras generación. Lo más familiar para un cristiano es la unidad: en la parroquia, con la diócesis, unidos a toda a la Iglesia universal, con el Papa, en todos los tiempos.
El texto de esta entrada está tomado de la web de la Conferencia Episcopal Española